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El 8 de septiembre de 1859 Santa María Micaela establece para la Congregación de las Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, la Adoración nocturna.

Este es un hito importante en la vida de la santa y en la historia de la Congregación, ya que la espiritualidad y el carisma de la fundadora y de las hermanas Adoratrices se cimenta en la Adoración al Señor presente en la Eucaristía, lo que nos conduce a entregar nuestras vidas por la Liberación de las Mujeres en situación de prostitución y otras formas de explotación.

En 1851, Micaela estableció en la casa-colegio la adoración diurna, alternando cada media hora con las maestras y las jóvenes que vivían en la misma. Pero su deseo más profundo era el de tener al Santísimo expuesto, día y noche, en sus casas: Ella quería para sus Adoratrices, la Adoración perpetua.

En Relación de favores, la propia santa describe el proceso hasta llegar a la consecución de esta meta de la adoración perpetua:

“Muchas veces en la oración me hizo el Señor comprender lo que sentía la soledad en que estaba en las iglesias, y lo comprendía yo, y comprendo, que lloraba amargamente esta soledad, y las promesas de que haría con su ayuda que aquí y en todos los Colegios se le haría compañía de día y de noche, para indemnizarle del olvido general de los pueblos, que yo sentía con tanta vehemencia y amargura” (13).

“Un año entero me apremió el Señor sin darme a conocer lo que quería de mí, luego comprendí que lo que quería el Señor, era la Guardia y Vela continua para lo que apremiaba. Y como no conocía lo que quería, pues yo no hallaba medio de ejecutar lo que creía deseaba el Señor, y cuanto más me apremiaba Él, menos lo conocía, y le pedí lo aclarase.

Un día en que parecía andábamos el Señor y yo muy de confianzas, y como si yo mandara, le dije: ‘Ea, Señor, dime lo que quieres’. ‘Desagravio y la adoración’. Aún me las hube con el Señor que estaba de gracias; yo lo hallaba imposible e impracticable e irrealizable, no hallaba camino; y le dije: ‘Señor, ¿no lo has hecho tú todo en esta casa? ¿No sabes que yo no sé? ¿Qué esperas de mí, Dios mío? Arregla tú, Señor, y dámelo a conocer de modo que esté a mi alcance el realizarlo’. Dábale yo mil vueltas al negocio sin atreverme a consultarlo… Cuando salgo una tarde de la oración, que la redoblé al efecto, me hallé que al ir a cenar pedían las Adoratrices con mil ruegos y protestas la adoración de la noche, único que ya me detenía a mí; yo nada había dicho a nadie, me sorprendió de modo que fui a la oración, a consultarlo con Dios, y todo lo que yo hasta entonces hallé como imposible y difícil, se deshizo como la sal en el agua, todo lo vi ya muy sencillo y hacedero, y separé con gran energía los obstáculos, que no dejaron de presentarse, graves algunos. Y se instaló la Vela perpetua el 8 de septiembre de 1859” (48).

La Adoración es una fuente de gracia y de fortaleza para las hermanas Adoratrices, que seguimos el ejemplo y el carisma de nuestra fundadora.

 

Fuente: Adoratrices